Carme Riera |
La novelista Carme Riera ha conseguido
sillón "n" de la RAE, vacante desde el fallecimiento de Valentín
García Yebra el 13 de diciembre del 2010, y es la octava mujer que se incorpora
al órgano rector de las letras españolas, que tiene 46 sillas, de las que tres
permanecen sin ocupar por los sucesivos fallecimientos de Luis Ángel Rojo,
Eliseo Álvarez-Arenas y Antonio Mingote. Antes que Carme Riera fueron elegidas
académicas Carmen Conde -la primera mujer, en 1979-. Elena Quiroga, Ana María
Matute, Carmen Iglesias, Margarita Salas, Soledad Puértolas e Inés
Fernández-Ordóñez.
Por primera vez en los 300 años de vida
de la institución, dos mujeres aspiraban a ocupar el sillón "n" de la
RAE. Dos excelentes escritoras, la novelista Carme Riera y la poeta María
Victoria Atencia, se disputaban un puesto en la distinguida Academia, si bien
un complejo sistema de votación podría haber dejado vacante el sillón por la
falta de los apoyos necesarios.
Entretenidos en polémicas lingüísticas,
incluidos los debates sobre género y lenguaje, los académicos no aplican
aquello de que una cosa es predicar y otra dar trigo. Por ello pierden de vista
que la mitad, por lo menos, de los escritores, filólogos e intelectuales de
este país tienen nombre de mujer. Una igualdad que se plasma en la sociedad y
en la cultura, pero no en los sillones de la Real Academia Española.
En las últimas décadas las mujeres
españolas han invadido todos los ámbitos de la cultura y de la creación
artística. La presencia femenina es mayoritaria en facultades humanísticas, en
el mundo de la edición, en la comunicación, las bibliotecas o los talleres
literarios en un estimulante fenómeno de lucha por la igualdad. Muy lejos
quedan, aparentemente, aquellos tiempos de finales del siglo XIX o comienzos
del XX cuando las estudiantes debían disfrazarse de hombres para asistir a las clases
o cuando las periodistas se veían obligadas a firmar con seudónimos masculinos
para publicar en los diarios. Casos tan increíbles como el del dramaturgo
Gregorio Martínez Sierra, que alcanzó fama literaria a partir del talento
oculto de su mujer y auténtica autora de sus obras, María Lejárraga, no fueron
tan extraños. Las intelectuales feministas han estudiado a fondo la
invisibilidad de las mujeres en el mundo de la cultura hasta fechas bien
recientes.
Pero al compás de su irresistible empuje
en las últimas décadas, las mujeres han ido alcanzando parcelas en la cultura,
aunque algunas instituciones se hayan resistido y se resistan a concederles el
espacio que merecen. Con las razones más peregrinas estos rancios organismos,
con la Real Academia Española (RAE) a la cabeza, buscan argumentos para
justificar la aplastante presencia de varones en sus mullidos sillones. No
obstante, el machismo de siempre asoma entre las costuras de sus explicaciones.
Tal vez los lectores y, sobre todo, las lectoras no sepan que el sistema de
elección entre los inmortales académicos (llamados de este modo porque solo
causan baja con su fallecimiento) responde a un método tan endogámico y
elitista como la propuesta de los miembros del club.
Enhorabuena a Carme Riera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario