domingo, 13 de mayo de 2012

CRISTINA DE PIZÁN


Cristina de Pizán
CRISTINA DE PIZÁN (Venecia, 1364-1430)
"Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba".
El siglo XV está marcado filosóficamente por Cristina de Pizán. Cristina unifica la figura de una mujer multifacética.
Filósofa. Contribuyó a inventar el léxico filosófico francés que toma inspirándose en la metafísica de Aristóteles, según aparece en Tomás de Aquino.
Escritora. Abarcó distintos géneros literarios, poetisa de gran talento, abordó una variedad de temas cultivados por la poesía medieval. En una época en que aún no se había inventado la imprenta dirigió el proceso de edición de sus libros -incluso de las ilustraciones-, tuvo a cargo un taller de minuaturas donde diagramó la ubicación y el tema de las mismas. Fue la primera persona que vivió de su producción literaria en lengua francesa, gracias al mecenazgo otorgado a sus obras.
Historiadora. Escribió una obra sobre el reinado de Carlos V de Valois, y para ello realizó una investigación profunda usando una amplitud de recursos; con una actitud periodística contemporánea interrogó a quienes le conocieron, recogió crónicas y echó mano a sus propios recuerdos y vivencias.
Política. Sus comentarios sobre las distintas situaciones históricas del momento, los principios del buen gobierno y la defensa del reino, le otorgaron un lugar de consideración como analista lúcida y sagaz, contribuyendo así al pensamiento político medieval.

BIOGRAFÍA
Cristina de Pizán nació en Venecia en 1364. Tuvo una infancia privilegiada: su padre era un importante médico veneciano, llamado a Francia por Carlos V el Prudente cuando ella era aún muy niña. Se crió en el magnífico entorno del Louvre y fue instruida por su propio padre en el conocimiento de los clásicos, en el amor por la literatura y las ciencias.
A los quince años se casó con uno de los secretarios del rey, del cual, según sus escritos, estuvo muy enamorada.
Todo parecía tranquilo en aquella vida acomodada, pero el destino fue implacable, con tan sólo 25 años perdió a su padre y a su marido. Desde ese momento, se vio obligada a sacar adelante a su madre y sus tres hijos aún muy pequeños. Y lo hizo gracias al don que tenía para la escritura. Sus recopilaciones de poemas, sus tratados morales, políticos e históricos, hicieron que pudiera mantener a los suyos.
La voz de Cristina de Pizán es muy importante en cuanto llega hasta nosotros como una de las primeras referencias de esa forma de pensamiento igualitario que con los siglos sería llamada feminismo. Culta, valiente, llena de talento y solidaria, inició un intenso debate –la “querelle des dames”– con algunos de los sabios más reconocidos de su tiempo, en torno a la condición femenina: Cristina empuñó la pluma para defender la idea de que las mujeres podían ser inteligentes, virtuosas y valientes, y no necesariamente estúpidas y viciosas, como tantos tratadistas misóginos sostenían. Destacamos su obra en prosa en la que defiende a las mujeres frente a las calumnias de Meung en el Roman de la Rose. En ésta se incluyen Epístola del amor, que fue escrita para oponerse a las actitudes cortesanas con respecto al amor, y La ciudad de las damas, una relación de las hazañas heroicas de las mujeres. 
También es digna de mención su autobiografía La visión de Christine, réplica a sus detractores. Con esta autora nos hallamos ante una de las primeras mujeres feministas de la historia. Por otra parte, el éxito que obtuvieron sus escritos hizo que llegara a ser la primera mujer que vivió profesionalmente de la literatura. Murió en 1430.
Este fragmento de La ciudad de las damas es una verdadera joya, sobre todo si lo situamos en su contexto histórico y advertimos el papel que se le daba a la mujer. Este escrito supone una manifestación explícita del derecho de la mujer no sólo a estudiar, sino a plasmar sus conocimientos, esto es, enseñar, labor no permitida para el género femenino.

LA CIUDAD DE LAS DAMAS 
Si fuera costumbre mandar a las niñas a las escuelas e hiciéranles luego aprender las ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual a ellos...pues...aunque en tanto que mujeres  tienen un cuerpo más delicado que los hombres, más débil y menos apto para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican. Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas.
Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de este honor y beneficio.
Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro.






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